Homenaje de los trabajadores de ChovA a su fundador D. Eduardo ChovA Ortiz

Aprovechando la comida navideña que se celebró el pasado 22 de Diciembre 2017, los trabajadores de ChovA realizaron un pequeño homenaje a su fundador D. Eduardo ChovA Ortiz.

Don Eduardo Chova Ortiz, es un ejemplo de trabajo, esfuerzo y superación.

Para hablar de ChovA como empresa nos tenemos que remontar a finales de los años 30. Por aquel entonces, su padre, Don Eduardo Chova Climent trabajaba como constructor, cuando vio grandes posibilidades de negocio en el asfalto y sus diversas aplicaciones. Sin dudarlo, compró una caldera ambulante para hacer asfalto y puso al frente a su hijo Eduardo Chova Ortiz, con tan sólo 13 años. Con esta temprana edad, los sábados y domingos los reservaba para ir a recoger tierra por las carreteras que luego utilizaba para mezclar con el asfalto.

Ellos mismo se encargaban de trasladar la caldera junto con la leña. Lo hacían en carro o aprovechando la vía del tren de Carcaixent a Denia. De esta forma, llegaban a diferentes zonas como Gandia, Valencia, Oliva o Alzira, donde a pie de obra realizaban la mezcla y calentaban el asfalto para impermeabilizar terrazas y tejados.20171215084604_00001

En los años 50, es cuando Don Eduardo Chova Ortiz abandona esa itinerancia y se orienta hacia la fabricación de láminas impermeabilizantes, dejando atrás la impermeabilización in situ. Para ello, utilizaba restos de maquinaria para la naranja, ya que en aquella época en España se carecía de todo tipo de tecnología.

A medida que el negocio crecía, también lo hacían sus instalaciones. A finales de la década de los 50, ya contaban con su propia planta de fabricación en Tavernes de la Valldigna (Valencia), una planta que actualmente emplea a más de 150 trabajadores, siendo una de las más avanzadas a nivel mundial.

Tal era la dedicación de Don Eduardo Chova Ortiz que, a mediados de los años 60, la compañía ASFALTOS CHOVA empezó su expansión a nivel nacional trabajando ya en ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla o Granada. Sin embargo, siempre aspiró a entrar en el mercado internacional.

Con mucho esfuerzo, en 1974 consiguió lo que siempre había deseado: la internacionalización de ASFALTOS CHOVA. Con la apertura de fábricas en Ecuador y Portugal se aseguraban un nuevo mercado donde trabajar y poder llegar a distribuir sus materiales en América.  De esta forma, con sus tres plantas distribuidas estratégicamente por el mundo, ASFALTOS CHOVA suministraba materiales de construcción a países como Angola, Mozambique, Holanda, Suecia, Reino Unido o Corea del Sur, entre muchos otros.

Durante estos años, acompañado siempre de su mujer Isabel que, mapa en mano le indicaba el camino a seguir, Don Eduardo empezaba a viajar por ciudades europeas, países árabes y norte de África ofertando sus productos y consiguiendo importantes adjudicaciones de obras. Una de las obras internacionales que recuerda con especial cariño es la rehabilitación de la Tower Bridge, uno de los símbolos más destacados de Londres, así como las cubiertas de la sede de Rolls Royce, en Goodwood.

Con la tercera generación ya al frente de la compañía y tras haber superado varias crisis importantes, ChovA sigue apostando por la internacionalización y desarrollan dos plantas nuevas entre el 2000 y el 2005, primero en México y después en Ryazan (Rusia), y presentes en más de 45 países.

La calidad de sus productos y su buen hacer, han hecho de ChovA una empresa de referencia como fabricantes internacionales de productos para la impermeabilización, siempre dispuesta a colaborar y ayudar al resto del sector.

Don Eduardo Chova Ortiz a sus 86 años sigue visitando la fábrica día a día sin perder la ilusión en su negocio familiar, al que tanto esfuerzo y cariño le ha dedicado.

Durante todos estos años al frente de la compañía, Don Eduardo ha velado por los intereses de sus empleados, transmitiendo confianza y estando al lado de cada uno de ellos. Tanto es así, que nos cuenta su hijo Eduardo Chova Félix, actual CEO de ChovA Impermeabilización y Aislamiento: “en los años 80 era normal que mi padre avalase a muchos de sus empleados en la compra de sus casas o reformas de las mismas”.

Familiares, amigos y empleados describen a Don Eduardo como un trabajador inasequible al desaliento, con gran capacidad de superación, dedicación y responsabilidad. Una persona capaz de centrar todos sus esfuerzos en impulsar nuevos proyectos, abierto a todo tipo de ideas y muy optimista. Todo ello, sin perder su característico carácter “campechano” y una gran energía.